martes, 20 de julio de 2010

Amigos

Este fragmento de Oscar Wilde me lo envio mi amiga Claudia Puyó y me gustaría compartirlo con todos los que sigan este blog por la sabiduria que hay en sus palabras.

Elijo a mis amigos no por la piel u otra característica cualquiera, sino por la pupila, tiene que tener brillo inquisidor y tonalidad inquietante.
A mí no me interesan los buenos de espíritu ni los malos de hábito

Me quedo con aquellos que hacen de mí un loco y un santo.

De ellos no quiero respuestas, quiero que me traigan dudas y angustias y aguanten lo peor que hay en mí.

Para eso, únicamente siendo loco quiero los santos, para que no duden de las diferencias y pidan perdón por las injusticias.

Elijo a mis amigos por la cara lavada y por el alma expuesta. No quiero solamente un hombro o un regazo, quiero también su mayor alegría.

Amigo que no ríe conmigo no sabe sufrir a mi lado. Mis amigos son todos así: mitad tontería, mitad inteligencia.

No quiero risas previsibles ni llantos piadosos.

Quiero amigos confiables, de aquellos que hacen de la realidad su fuente de aprendizaje, pero luchan para que la fantasía no desaparezca.

No quiero amigos adultos ni aburridos.

¡Los quiero mitad infancia y la otra mitad vejez! Niños para que no olviden el valor del viento sobre el rostro; y viejos, para que nunca tengan prisa. Tengo amigos para saber quien soy yo.

Pues viéndolos locos y santos, tontos y serios, niños y viejos, nunca me olvidaré que "normalidad" es una ilusión imbécil y estéril.

Oscar Wilde

viernes, 16 de julio de 2010

Reflexiones acerca de la cultura



Días pasados tuve la suerte de asistir a una Conferencia titulada: Cultura e Innovación. Modelos para armar. dictada por Ángel Mestres.

En la conferencia se invitaba a reflexionar acerca del papel que debe tomar la cultura en éstas épocas, el como trasnmitirse

jueves, 15 de julio de 2010

Molineros del Borda

En el Hospital Neuropsiquiátrico José T. Borda funciona un programa de alta, donde algunos pacientes trabajan el tema de su externación.



Se hacen distintas actividades y una de ellas es la de los
'Molineros del Borda'.

Aquí fabrican papel artesanal con el cual hacen tarjetas de casamiento, de cumpleaños, personales, diplomas y varias cosas más. Tienen muy buena calidad de papel y buenos precios.

La propuesta es que hagamos entre todos una cadena de mails para que este emprendimiento pueda hacerse conocer cada vez más. Ellos necesitan trabajar, y cada producción que hacen y venden es un ingreso y esto, como para cualquier persona, es necesario y gratificante para ellos..
Estamos enviando la dirección de mail y el teléfono para que cualquiera que necesite alguna tarjeta pueda comunicarse:

molinerosdelborda@yahoo.com.ar
Teléfonos: (011) 4304-5546 (011) 4304-5546 / 4304-5546 4304-5546 / 4304-5546 4304-5546 / 43045546 / 4304-5546 4304-5546 / 4304-5546 4304-5546 / 4304-5546 4304-5546 / 4304-5546 4304-5546

Les agradecemos a todos la colaboración en esta tarea.

¿PODÉS REENVIARLO?

EL HOSPITAL BORDA TE LO AGRADECE

Matrimonio entre gente rara

por:
Cecilia Touris
Lic. en Psicología UBA.
Mg. Ciencias Sociales y Salud. FLACSO
IIGG. Facultad de Ciencias Sociales. UBA


Estoy completamente a favor de permitir el matrimonio entre católicos.
Me parece una injusticia y un error tratar de impedírselo.

El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos u homosexuales.

Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos de carácter de las personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, pueden parecernos extraños a los demás. Sé que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos. Sé también que muchas de sus costumbres, como la exhibición pública de imágenes de torturados, pueden incomodar a algunos. Pero esto, además de ser más una imagen mediática que una realidad, no es razón para impedirles el ejercicio del matrimonio.

Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas. También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la Iglesia, algunos podrían considerar que permitir que los católicos se casen incrementará el número de matrimonios por “el qué dirán” o por la simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestructuradas. Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familias católicas y que, dado que no podemos meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.

Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma no es más que una manera un tanto ruin de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: aunque sea entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia.

Y con esta alusión a la familia paso a otro tema candente sobre el que mi opinión, espero, no resulte demasiado radical: también estoy a favor de permitir que los católicos adopten hijos.

Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguno responda con exclamaciones del tipo “¿Católicos adoptando hijos? ¡Esos niños podrían hacerse católicos!”.

Veo ese tipo de críticas y respondo: si bien es cierto que los hijos de católicos tienen mucha mayor probabilidad de convertirse a su vez en católicos (al contrario que, por ejemplo, ocurre en la informática o la homosexualidad), ya he argumentado antes que los católicos son personas como los demás.

Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas evidentes de que unos padres católicos estén peor preparados para educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de un hogar católico sea una influencia negativa para el niño. Además, los tribunales de adopción juzgan cada caso individualmente, y es precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres.

En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que debería permitírseles también a los católicos tanto el matrimonio como la adopción.

Exactamente igual que a los informáticos y a los homosexuales.