Recuerdo de chico mi fanatismo por los relojes. Aprender a entenderlos (y esto tal vez delate mi edad) era todo un desafío. Dos manecillas. Una pequeña. La otra grande. Girando y describiendo un círculo circundado por 12 números. Lo más increíble que con solo 12 números y dos manecillas el reloj nos puede marcar una combinación de 1440 datos distintos! Y esto si no tomamos en cuenta la aguja del segundero.
Siendo aun niño la aparición de los relojes digitales trajo consigo la incorporación de décimas, centésimas y hasta milésimas de segundos! Imaginen! ¿que hacer con tanta información? Porque ¿para que me sirve una centésima de segundo? Quiero decir si intento tomar consciencia de ella ya quedó en el pasado.
Tenía alrededor de 8 años cuando me descubrí ocupando mi cerebro en estos temas y lo que es peor me descubrí observando el reloj a cada minuto! Me descubrí siendo un adicto al reloj, a la necesidad de saber a cada instante en que instante estaba viviendo.
Llegue a mi casa, me saque el reloj y lo guarde en el cajón de arriba de mi cajonera de 2 cajones. Nunca volví a usar un reloj.
Muchos años después al dar con Julio Cortazar y su cuento: Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj, descubrí lo afortunado que había sido al tomar plena consciencia de todo esto tan a tiempo.
lunes, 14 de septiembre de 2009
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