jueves, 17 de septiembre de 2009

La dignidad del arte

por Eduardo Galeano

Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen con qué.

Cuando me viene el desánimo, me hace bien recordar una lección de dignidad del arte que recibí hace años, en un teatro de Asís, en Italia. Habíamos ido con Helena a ver un espectáculo de pantomima, y no había nadie. Ella y yo éramos los únicos espectadores. Cuando se apagó la luz, se nos unieron el acomodador y la boletera. Y, sin Embargo, los actores, más numerosos que el público, trabajaron aquella noche como si estuvieran viviendo la gloria de un estreno a sala repleta. Hicieron su tarea entregándose enteros, con todo, con alma y vida; y fue una maravilla.

Nuestros aplausos retumbaron en la soledad de la sala. Nosotros aplaudimos hasta despellejarnos las manos.

1 comentario:

  1. "I Can't accept not trying (No puedo aceptar no intentarlo)"...
    En el intento está el triunfo. En intentar hacer de ese instante el más glorioso, abstrayéndose de cuántas manos aplauden. Porque una sola vale el intento. Un solo sonido que retumbe y suene en medio de la oscuridad. Escribir para quienes no pueden leer, pintar para quienes no pueden ver y componer para quienes sólo pueden escuchar vibraciones. De eso se trata resistir. Y triunfar.

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